En su época, el libro fue considerado inmoral, por ser una alabanza a los sentidos y a la exaltación del cuerpo; no obstante, hoy en día es apreciado como una de las mayores obras poéticas de todos los tiempos. Entre sus piezas se destaca: “Canto a mí mismo”, que es por excelencia el poema que refleja el espíritu de la obra y del poeta. Su estructura no es lineal ni tradicional para su época, sino que se enfoca en la sinfonía de las palabras.
A través de sus poesías, Whitman nos regala no sólo piezas de invaluable belleza, sino que transmite un gran entusiasmo y amor por la vida, una vida que no desdeña la muerte, sino que la ama, por ser parte de sí misma. Cada uno de sus versos es capaz de transportar al lector a un estado de ánimo casi místico de unión con el mundo.
Me celebro y me canto a mí mismo
Me celebro y me canto a mí mismo.
Y lo que yo asuma tú también habrás de asumir,
Pues cada átomo mío es también tuyo.
Vago al azar e invito a vagar a mi alma.
Vago y me tumbo sobre la tierra,
Para contemplar un tallo de hierba.
Mi lengua, cada molécula de mi sangre formada por esta tierra y este aire.
Nacido aquí de padres cuyos padres nacieron aquí y
Cuyos padres también aquí nacieron.
A los treita y siete años de edad, gozando de perfecta salud,
Comienzo y espero no detenerme hasta morir.
Que se callen los credos y las escuelas,
Que retrocedan un momento, conscientes de lo que son y
Sin olvidarlo nunca.
Me brindo al bien y al mal, me permito hablar hasta correr peligro.
Naturaleza sin freno, original energía.
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