La vida de María Antonieta comienza como un sueño, en un palacio, en Viena, y termina como una pesadilla, en una prisión, en París. Entre ese comienzo de sueño y ese final de pesadilla, ¡cuántos encantamientos, bailes, fiestas, fuegos, juegos! En una palabra, todo lo que componía esa legendaria «dulzura de vivir».
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