En Nada se opone a la noche (2011), Delphine de Vigan,
narradora francesa, ofrece un testimonio desgarrador en donde expone,
sin tapujos, la devastación que la enfermedad mental imprime a la madre y
a las hijas. La novela está dividida en tres partes, obedeciendo cada una de ellas al momento
particular en que se encuentra la narradora en el largo y difícil
proceso de acercarse a Lucile, su madre muerta, para reconstruir su
vida. Este proceso será una auténtica catarsis para la hija, que se
dedica a la tarea como una profesional.
Gran éxito editorial en Francia Nada se opone a la noche narra la inimaginable zambullida de
Lucile en la locura, su dilatada permanencia, sus breves resurrecciones y
sus atroces recaídas, y el suicidio final, que abre la novela, y la
anorexia salvaje, anestesiante, de la hija. Y, como una constelación
adversa, la terrible hilera de suicidios de parientes y amigos, y la
sospecha de que el sonriente y vitalista abuelo Georges abusó
sexualmente de Lucile y de sus amigas cuando eran niñas.