Capital de tres imperios, ciudad de tres nombres a cual más glorioso, Estambul, antes Bizancio, antes Constantinopla,es una ciudad fascinante.No existe un lugar más mágico y voluptuoso como la esta urbe cosmopolita, llena de sonidos,colores y olores que despiertan los sentidos con tanto encanto. Todo aquel que visita Estambul
queda prendado de sus encantos: su antiquísima historia, su
arquitectura, sus contrastes, y en especial, sus puestas de sol sobre el
Bósforo o el Cuerno de Oro, que dibujan un sky-line alucinante, con
estilizados minaretes y cúpulas y un cielo multicolor adornado por los
vapores de los barcos y las bulliciosas gaviotas que aprovechan las
últimas luces del día.
El Museo de la Caligrafía es el primer y único
museo de caligrafía en Turquía. Inaugurado en la madraza del sultán
Selim en 1968, fue trasladado en 1984 a la restaurada Madraza Bayaceto.Dentro
de la colección del museo encontrarás el Corán escrito en muhakkak,
nesih y kufi. También hay manuscritos escritos en caracteres indios y
marroquíes, así como folios con las firmas de los sultanes.
Pierre Loti Café es un café que se encuentra en Estambul, y que gracias a su excelente localización sobre una colina en el cementerio de Eyüp, nos permitirá disfrutar de unas impresionantes vistas de la ciudad.
El nombre del local es debido a Pierre Loti, el sobrenombre empleado por Julien Viaud, un novelista de origen francés que acudía frecuentemente a este café para inspirarse y escribir sus obras, al igual que hoy en día acuden miles de viajeros y artistas a inspirarse con sus creaciones.
Escondido entre las callejuelas del distrito de Beyoğlu, existe un
edificio de pintoresca fachada cuyo interior rinde homenaje a la novela “El Museo de la Inocencia” del escritor turco Orhan Pamuk y que con el tiempo se ha convertido en uno de los museos mas singulares de la ciudad de Estambul.
MALETA LITERARIA
Además de los libros de Pamuk, existen múltiples obras literarias que
permiten empaparse de los matices del gran bazar y alrededores. En lo
concerniente a autores turcos, cabe destacar El puente del cuerno de oro,
de Emine Sevgi Özdamar. Ambientada a finales de los 60, relata el viaje
de una soñadora joven al Berlín del 68 y su posterior regreso a la
ciudad turca. Para los amantes de la novela negra, una rareza: El beso
asesino, de M. M. Somer. El protagonista es un informático de prestigio
de día y mujer seductora de noche. Obviamente, hay un misterio que
desentrañar.
Estambul ha sido siempre un paraje propicio
para el suspense y el espionaje. En lo que respecta a esos géneros, hay
tres novelas clásicas que no deben faltar en la mochila: La máscara de Dimitrios, de Eric Ambler; El tren de Estambul, de Graham Greene, y Asesinato en el Orient Express, de Agatha Christie.
Estas
obras son un gran compañero de viaje para los que vayan a pasear por la
plaza Taksim, cruzar el puente de Ataturk o visitar Santa Sofía.
Se trata de un sabroso libro de viajes, amores, filias, rencores y memorias del escritor turco Orhan Pamuk. Escrito antes de que se le concediera el premio Nobel de Literatura, la ciudad se transforma en un dibujo que no sitúa al lector en mero consultante de guías turísticas.
La Estambul trazada por Pamuk ofrece una ciudad observada por un habitante permanente. Quizá la cita que inicia el libro será la llave para abrir cualquiera de los treinta y siete capítulos: “La belleza del paisaje está en su amargura”, pertenece a Ahmet Rasim.
Pamuk recrea una ciudad a partir de su elección personal y de fotografías. Es una biografía bien nutrida con la historia y la literatura. Sus capítulos son una limpia clave para comprender la edificación de la memoria: familia, amigos, vida cotidiana, arte y los paisajes que escapan al visitante oportuno.
La
tragedia que separó a turcos y armenios a través de la historia de una
familia donde las mujeres dictan su propia ley. Más que una ciudad,
Istambul parece un gran barco de ruta incierta, cargado de pasajeros de
distintas nacionalidades, colores y religiones. Esa es por lo menos la
imagen que acompaña a Armanoush a lo largo de su primera visita a la
ciudad. Cabalgando entre lo histórico y lo doméstico, Elif Shafak
consigue contar uno de los episodios más turbios de la historia de
occidente: el genocidio armenio por parte de los turcos, un tabú que
pocos autores se han atrevido a abordar, pues quien lo ha hecho a menudo
ha tenido que pagar las consecuencias de su atrevimiento.
Una chica turca va a Berlín, a mediados de los sesenta, para trabajar como obrera en una fábrica de lámparas de radio. Quiere ver mundo, conocer Europa. Pero allí se da cuenta de que también en una democracia europea se puede ser explotada.
En el Berlín agitado del legendario 68, descubre otras muchas cosas, que su amor por el teatro es ilimitado, que la virginidad es un estorbo para su carrera artística, que hay causas (la guerra de Vietnam, el Sha, los tanques soviéticos en Praga) por las que vale la pena luchar, y que, en una fugaz visita a París, ha conocido a un muchacho catalán que le ha enseñado a querer a Lorca y del que se ha enamorado por primera vez.
Cuando vuelve a Estambul nada ha cambiado, al menos en apariencia. Estudia en una academia de arte dramático y consigue al fin lo que quería: ser actriz. Pero el régimen turco está dejando de ser simplemente pro americano para convertirse en totalitario. El socialismo no es ya, como en Berlín, algo con lo que se puede coquetear, sino una profesión de fe que puede llevar a la prisión, la tortura o la muerte.
Imperturbable, el Puente del Cuerno de Oro une hoy la parte europea y la oriental de la ciudad. En la época en que se desarrolla esta historia eran los transbordadores los que llevaban a la gente entre dos mundos, dos Turquías.
Estambul, pleno invierno. Poirot decide tomar el Orient Express que en esta época suele hacer su recorrido prácticamente vacío. Pero aquel día, el tren va lleno y sólo gracias a una buena amiga consigue una litera en el coche-cama. A la mañana siguiente se despierta, descubre que una tormenta de nieve ha obligado a detener el tren y que un americano, llamado Ratcher, ha sido apuñalado salvajemente. Aparentemente nadie ha entrado ni ha salido del coche-cama. El asesino, sin duda, es alguno de los ocupantes entre los que se encuentra una altiva princesa rusa y una institutriz inglesa.
Un vídeo sobre Estambul:
Una chica turca va a Berlín, a mediados de los sesenta, para trabajar como obrera en una fábrica de lámparas de radio. Quiere ver mundo, conocer Europa. Pero allí se da cuenta de que también en una democracia europea se puede ser explotada.
En el Berlín agitado del legendario 68, descubre otras muchas cosas, que su amor por el teatro es ilimitado, que la virginidad es un estorbo para su carrera artística, que hay causas (la guerra de Vietnam, el Sha, los tanques soviéticos en Praga) por las que vale la pena luchar, y que, en una fugaz visita a París, ha conocido a un muchacho catalán que le ha enseñado a querer a Lorca y del que se ha enamorado por primera vez.
Cuando vuelve a Estambul nada ha cambiado, al menos en apariencia. Estudia en una academia de arte dramático y consigue al fin lo que quería: ser actriz. Pero el régimen turco está dejando de ser simplemente pro americano para convertirse en totalitario. El socialismo no es ya, como en Berlín, algo con lo que se puede coquetear, sino una profesión de fe que puede llevar a la prisión, la tortura o la muerte.
Imperturbable, el Puente del Cuerno de Oro une hoy la parte europea y la oriental de la ciudad. En la época en que se desarrolla esta historia eran los transbordadores los que llevaban a la gente entre dos mundos, dos Turquías.
Estambul, pleno invierno. Poirot decide tomar el Orient Express que en esta época suele hacer su recorrido prácticamente vacío. Pero aquel día, el tren va lleno y sólo gracias a una buena amiga consigue una litera en el coche-cama. A la mañana siguiente se despierta, descubre que una tormenta de nieve ha obligado a detener el tren y que un americano, llamado Ratcher, ha sido apuñalado salvajemente. Aparentemente nadie ha entrado ni ha salido del coche-cama. El asesino, sin duda, es alguno de los ocupantes entre los que se encuentra una altiva princesa rusa y una institutriz inglesa.
Un vídeo sobre Estambul:
Hace bastante tiempo leí el libro de Mourad y el de Christie.
ResponderEliminarAsí que apunto a Pamuk.
Un abrazo
Excelente tu blog felicitaciones!!!. Y esta entrada está buenísima.
ResponderEliminarAbrazos
Es cierto, tuve la oportunidad de estar en Estambul, me parecio hermosa esa Ciudad, Europa Asia, dividida por el Bósforo, increible Ciudad,,,, en especial el libro de Pamuk un poema, te hace recordar, tantas cosas, ese atardecer Santa Sofia, los minaretes y el color del cielo, los guardo como un inolvidable recuerdo, felicidades por tu Blog
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