LA MEMORIA IMAGINARIA DEL LECTOR EN EL CUENTO LA AUTOPISTA DEL SUR
En el cuento La autopista del Sur (1964) Cortázar refleja una cotidianidad en la que lo fantástico no aparece
como un elemento externo y, a la vez, extraño a lo que se relata, sino que
aparece como un rasgo propio de dicha cotidianidad. No hay nada que
perturbe la perspectiva cognoscitiva del lector y, sin embargo, un hecho
cotidiano como es un atasco en la carretera aparece como algo desconcertante y
extraño. Cortázar juega con el desconcierto del lector, éste no puede concebir
racionalmente la presencia real del hecho narrado pero no puede negarla. Y nuestra memoria e imaginación como lector
retienen con más fuerza ese hecho contado literariamente por el autor que la
lectura de una noticia de la prensa diaria.
Lo fantástico, afirmaba Cortázar,
“es algo excepcional” y, sin embargo, a pesar de su excepcionalidad, “no tiene
porqué diferenciarse en sus manifestaciones de esta realidad que nos envuelve”.
Los protagonistas de La autopista del Sur
solamente sienten la incomodidad, las dificultades para la supervivencia, que
generan los incalculables días de espera en medio de un atasco: “las baterías
empezaban a descargarse y no se podía hacer funcionar todo el tiempo la
calefacción”, la anciana que, junto a su marido regresaba a París, se
debilitaba día tras día, las monjas buscaban en el rezo una consolación y,
aunque “nunca faltaban del todo el agua o las conservas”, las provisiones
escaseaban, “los fondos del grupo disminuían”, mientras que “los alimentos de
que se disponía no eran los más adecuados para los dos niños y la
anciana”. Todos luchan por la
supervivencia, tratan de reorganizar la propia existencia en torno a sus coches
parados en una autopista perdida en un descampado; las escasas noticias que les
llegan acerca de los motivos de la prolongada espera parecen bastarles, ninguna
pregunta, ninguna incertidumbre y, tampoco, ningún temor frente al
incomprensible atasco al que han sido condenados -¿por quién? y
¿Por qué?- en esas circunstancias, la cotidianidad, de que los personajes han
sido privados, vuelve a restablecerse: en medio de ese atasco, no sólo se crea
una estructura social-administrativa encargada de organizar el reparto de
alimentos, sino que cada uno de los conductores prosigue su existencia, el
fallecimiento de la anciana se mezcla con el enamoramiento del ingeniero por la
joven del Dauphine; en medio de la autopista, las monjas siguen con sus rezos,
el médico visita a los enfermos, mientras los niños juegan ajenos a todo.
El cuento hace pensar en otros textos literarios como por ejemplo El
ensayo de la ceguera de José Saramago por cuestiones en las que la fantasía
recurre a la organización de una microsociedad creada a raíz de algún hecho
extraordinario de la realidad cotidiana como es la ceguera colectiva o el
atasco en el cuento de Cortázar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario