En Las confesiones (1770) Rousseau vive y revive su etapa de ilusiones
infantiles y su adolescencia ambulante en la que el amor de una mujer
enciende en el joven un fuego cuyo rescoldo alienta todavía en la vejez,
como reflejan Las ensoñaciones del paseante solitario. Sin embargo,
no es el registro intimista o sentimental el único que tiene cabida en
esta amenísima obra: empleando como trama la lucha que sostuvo contra el
destino, al aceptar las acusaciones vertidas contra él tras la publicación de su obra Emilio o De la Educación (1762), por
considerarlas otras tantas virtudes que habían de conducirle a la gloria
y volverse contra sus acusadores, el libro Las confesiones constituye un vívido retrato
de una sociedad que no sólo abrumó al niño inocente de la primnera
parte, sino que siguió haciendo lo propio con el hombre maduro de la
segunda, que fue perseguido de forma infatigable por todos, incluidos
sus propios amigos de juventud, como Diderot, Grimm o Voltaire, que no
ahorraron encarnizamientos contra él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario