La célebre autora canadiense Margaret Atwood autora de El asesino ciego y El cuento de la criada parte en esta novela Alias Grace de un hecho real para internarse en las zonas más recónditas de la mente y trazar un vívido cuadro de la sociedad decimonónica, sus contradicciones y complejidades.
Alias Grace es una novela escrita en 1996 que nos relata la historia real de una criada en Canadá que cuando contaba dieciséis años de edad, en el año 1843, fue acusada de asesinar al ama de llaves y al dueño de la casa donde servía. Grace era especialmente atractiva y enseguida la sociedad quiso ver en ella a una ambiciosa mujer capaz de matar por celos.Y así Margaret Atwood crea una historia novelada sobre la figura de Grace, donde la intriga por saber si aquella muchacha fue o no, una asesina —fue puesta en libertad veintinueve años después de su encarcelamiento y siempre fue una presa modelo—, más el mundo paralelo que construye Atwood en torno al hecho real, con una narrativa profusa con párrafos de longitud abundante y construida toda ella de forma soberbia, evocará el mundo sureño como atroz hecho cultural en el caso de la única amiga de Grace ya muerta, Mary Whitney o de la madre de la propia Grace, y donde también se mostrarán los males de aquella época.
Alias Grace fluirá entre el suspense y el realismo en un libro que se encuentra relatado a través de dos voces narrativas, una en primera persona por la propia Grace y otra en tercera por el joven psiquiatra, el Dr. Jordan, quien tratará a Grace ya que ésta no logra recordar nada del día de los hechos. La minuciosidad sobre la vida de la muchacha, la propia investigación del Dr. Jordan —de gran importancia en toda la novela la labor del médico ya que en aquél entonces surgieron los primeros “alienistas” y también el hipnotismo como terapia, ofreciendo varios apartados sobre el inicio de los tratamientos psiquiátricos; también sabremos extensamente sobre la vida del doctor—, los trabajos que realizará la presa para el alcaide, sus fobias, o sus recuerdos, se encuentran tratados con la máxima prolijidad así como también la sociedad victoriana de la época, con sus prejuicios y convencionalismos.
Sólo quieren verme porque soy una célebre asesina. Al menos eso es lo que se ha escrito. Cuando lo vi por vez primera me extrañó, pues se habla de una célebre cantante, una célebre poetisa, una célebre espiritista o una célebre actriz, pero ¿qué es lo que se tiene que celebrar en un asesinato? Pese a todo, es muy duro que te apliquen la palabra «asesina». La palabra posee un opresivo olor almizcleño, como el de las flores marchitas en un jarrón. A veces, de noche, me lo susurro a mí misma: «asesina», «asesina». Y me parece que cruje como una falda de tafetán sobre el suelo.
Ahora una serie basada en esta magnífica novela da imágenes a esta gran obra literaria:
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